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Después de la pandemia; lecciones que aprender

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Por: Aldo Romero/Periodista y Catedrático Universitario

La pandemia del nuevo Coronavirus COVID-19 visibilizó en el mundo entero una realidad que por muchos años se fue escondiendo y es que la vida humana sigue siendo frágil, pende de un hilo y no hay condición económica, social o política, no hay religión ni edad u otra condición que pueda cambiarla, las circunstancias nos hacen vulnerables y la felicidad y estabilidad de hoy puede cambiar de un solo golpe mañana.

Es precisamente esta fragilidad humana la que por razones propias o externas, nos fuerza a un encierro obligatorio, esa incertidumbre provocada por las adversidades o pruebas difíciles como la actual emergencia sanitaria mundial, es la que motiva el instinto de buscar protección, de evitar ciertos entornos y de valorar lo verdaderamente importante.

Así somos los humanos, débiles e inmensamente sensibles en las dificultades, mucho más cuando estas escapan de nuestra mano, pero en medio de la crisis se aprenden verdaderas lecciones y el Covid-19 deja muchas; particularmente creo que estamos ante la gran oportunidad de reinventarnos como sociedad, de volver a los principios de la sana convivencia, del respeto, la solidaridad, la responsabilidad y el derecho.  

Aunque demasiado tarde, seguramente esta pandemia es una bofetada y un fuerte llamado de atención para la clase política, particularmente para aquellos acostumbrados al abuso de poder, a la mala utilización de los recursos estatales, los gobiernos deben poner sus barbas en remojo,  priorizar el sector salud y utilizar el dinero con extrema responsabilidad y transparencia.

El Coronavirus también nos ha hecho reaprender que la salud comienza con la higiene personal, que lavarnos bien las manos con agua y jabón elimina todo tipo de gérmenes y bacterias y  previene al menos el  50 por ciento de las enfermedades de transmisión respiratoria y un 45 por ciento de padecimientos como la conjuntivitis, problemas gastrointestinales, casos de diarreas o parásitos, la gran mayoría volvimos a los hábitos saludables.

Entendimos la relevancia de nuestro empleo o actividad económica como un eje central y básico para nuestras vidas, que es el medio que además de solventar necesidades propias y familiares,  nos permite desarrollar capacidades y habilidades profesionales y que ponerlo en riesgo complica todo nuestro entorno.

Anhelamos nuevamente encontrarnos con nuestro círculo cercano, familiares, amigos, colegas, compañeros, estrechar la mano del otro, la comunión en los templos, el tiempo en los kioscos de café, las tardes de fotografía, el turismo, las reuniones de trabajo a veces tediosas pero en suma productivas, hoy ratificamos que la tecnología nunca podrá sustituir las relaciones personales.

El Covid-19 nos recordó el valor de los ancianos y de los más débiles, esos que a menudos son maltratados y desechados por una sociedad acostumbrada a ver de menos y a no tener en cuenta a quienes considera improductivos e irrelevantes, a no aprender de la enseñanza y la experiencia que dejan los años.  

Finalmente, en medio de la crisis, el periodismo y los medios de comunicación con trayectoria están asumiendo con mayor entereza y convicción el rol social que les corresponde como verdaderos garantes de la información, en un momento de excesos digitales en la desinformación y las noticias falsas, la sociedad entendió nuevamente que el trabajo de la prensa seria y con credibilidad es fundamental e imprescindible para su desarrollo, que no renuncia al proceso de buscar, mirar, escuchar y contar, que sigue siendo el “perro guardián” de la democracia y que lucha por el bien público.

Lecciones por aprender seguramente hay más. Después de la pandemia no se puede volver a la normalidad como que si nada pasó, que volvamos a la génesis de “Lo esencial”  de la que hace ya muchos años habló el renombrado escritor, poeta y periodista hondureño Alfonso Guillen Zelaya¸ Todos representamos fuerzas capaces de crear. Todos somos algo necesario y valioso en la marcha del mundo, desde el momento en que entramos a librar la batalla del porvenir”.