Por Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario
En diferentes escenarios internacionales en los que por aspectos de trabajo o entrenamiento nos toca participar, colegas y amigos de otros países consultan muy a menudo sobre ¿qué pasa en Honduras?, incluso hay quienes se atreven a opinar ampliamente sobre temas de los que quizás están al tanto solo de manera superficial, claro, la era global permite conocer que las cosas en efecto no marchan bien.
En esas ocasiones debo invertir varios minutos para hacerles saber, que si bien es cierto el país vive una de las peores crisis de su historia, la mayoría de sus ciudadanos son gente noble, trabajadora, honesta, distante de las actuaciones irregulares de su clase política salpicada por la corrupción, que los hondureños no son violentos y que por el contrario, son amantes de la paz.
No se puede esconder que la sociedad hondureña es en su mayoría víctima de las decisiones equivocadas y los abusos de su clase gobernante, la crisis se vive a todo nivel, política, económica, social, de manipulación de la justicia, impunidad, inseguridad y desempleo entre otras que constituyen grandes obstáculos en el desarrollo de una democracia sólida.
Seguramente no soy el único en hacer estas aclaraciones, a los buenos hondureños les cuesta mucho explicar el porqué de la crisis, no es posible justificar las alarmantes cifras de violencia, los altos niveles de corrupción pública, la falta de diálogos productivos, o los desequilibrios de una economía que privilegia a los que más tienen por mencionar solamente algunos temas de interés.
Confieso que me gustaría tener respuestas concretas cuando en estos eventos internacionales se consulta sobre lo que como país estamos haciendo para salir de la conflictividad política y social, pero no las hay, mucho menos cuando se abordan los alcances de una lucha anticorrupción que solo existe en discursos, tampoco hay respuestas sobre un crecimiento económico que no se traduce en beneficio para la gente.
No hay por donde argumentar o dar validez a las estadísticas oficiales que hablan de una sustancial mejora en la calidad de vida cuando los índices de pobreza reflejan que el 70% de los habitantes de este país sobreviven a condiciones de pobreza extrema.
Como periodista y formador, en muchas ocasiones he reflexionado sobre cómo podría mi trabajo ayudar de manera pública, a construir una agenda propositiva fundamentada en un verdadero proyecto de nación en tiempos en donde no existe la confianza de la población en sus autoridades e instituciones.
La única forma que se me ocurre es la que de manera regular hacemos en nuestros espacios periodísticos, principalmente desde esta columna de opinión que me ha confiado Diario LA TRIBUNA, ejerciendo la comunicación de manera responsable, generando espacios de debate, deliberación, participación y reflexión, ante la crisis hondureña el reto es construir una sociedad en donde sus ciudadanos demanden el respeto de sus derechos económicos, políticos y sociales, una sociedad que se interese y actúe de manera permanente en los asuntos públicos.
@aldoro/alromeroz@hotmail.com