Inicio EMPRENDIMIENTO Y NEGOCIOS Intibucá; Belleza natural, tierra del Choro y el Vino

Intibucá; Belleza natural, tierra del Choro y el Vino

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Es ya una fiesta tradicional y como acontece año con año, Intibucá, celebra en el mes de junio, el ya famoso Festival del Choro y el Vino, una delicia de la cultura gastronómica en este occidental departamento de Honduras.

Intibucá y su belleza natural, su gastronomía y tradiciones, un paraíso con encanto propio, que trasciende fronteras y atrae a nacionales y extranjeros, se viste de gala para celebrar su tradición, y en el caso del choro y el vino,  oriundos de la zona, se convirtieron en sus mejores embajadores para promover este hermoso departamento caracterizado por la nobleza y amabilidad de su gente.

El choro es una especie de hongo que se da de manera natural dos veces al año en la zona, particularmente en los municipios de La Esperanza y Yamaranguila, su nombre científico es “Amanita Caesarea”.

Se sabe que este era inicialmente un alimento consumido solo por indígenas que como bien conocedores del campo, sabían que con las lluvias, a principios de los meses de mayo o junio, comenzaba también la temporada local de estos hongos comestibles.

El Choro, es un hongo de color rojo y amarillo en algunos casos, se volvía para entonces, parte del menú principal de todos los hogares de la región, y desde hace muchos años  es parte fundamental de la cultura y la gastronomía del departamento y único en el país, ya que en ninguna otra región hondureña existe algo similar.

Con el paso de los años, al sabor exquisito del Choro se agregó el vino, una rica bebida de bajo niveles de alcohol a base de frutos producidos en las fértiles tierras intibucanas entre ellas fresas, durazno, jaboticava y arrayan, frutas exóticas  muy conocidas en la zona, incluso, aquí también se produce el famoso vino de papa.

Ciudades gemelas e incomparable belleza natural

Las lagunas Madre Vieja y Chiligatoro, La Gruta, los baños y lavaderos públicos, el bosque enano La Esmeralda, el cerro de los hoyos  y El Cedral, son solamente algunos de los variados atractivos turísticos que ofrecen La Esperanza e Intibucá.

Una línea imaginaria separa las dos ciudades, al extremo que con solo cruzar una calle, usted está en una u otra ciudad. Ambas comparten el parque Central, pero cada una tiene su respectivo templo católico. Intibucá es el poblado más antiguo y su origen es la etnia lenca, mientras que La Esperanza fue fundada por ladinos de origen español a finales del siglo XVII. Estos municipios hondureños, disfrutan de uno de los climas más fríos del país, ubicado a 1,600 metros sobre el nivel del mar y una gran variedad de atractivos para los turistas nacionales y extranjeros.