Por: Aldo Romero/Periodista y profesor universitario.
Al cierre de la temporada de Semana Santa, una época del año cuyo verdadero significado se caracteriza en la reflexión, la introspección y la renovación espiritual, vale la pena hacer un balance comparativo del profundo impacto que esta festividad puede tener en la vida de las personas, las familias y la sociedad, especialmente en un contexto como el de Honduras, en donde diariamente sus habitantes se enfrentan a serios desafíos como la violencia, la pobreza, la falta de oportunidades o el desinterés social entre otros y que son aspectos que pretendo abordar muy rápidamente en este artículo.
Esta Semana Mayor debe invitarnos a reflexionar sobre el sufrimiento y el sacrificio de Jesús, a través de su vida, obras, pasión, muerte y resurrección, nos enseñó valores fundamentales como el amor, la compasión, el perdón y la solidaridad, que son esenciales para construir una sociedad más justa y equitativa, en la que se respeten los derechos de todos los ciudadanos y se promueva el bienestar común.
Fundamentado en lo anterior y atendiendo más a una visión analítica y reflexiva de la sociedad que tenemos y no tanto desde el enfoque espiritual de la celebración, quisiera enfocar mi pensamiento periodístico en como las enseñanzas de Jesús de Nazareth siguen tan vigentes hoy en día, específicamente en sociedades en deterioro como las nuestras.
Primera reflexión; Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos y a perdonar. Estas son actitudes fundamentales para superar conflictos y construir una cultura de paz, la violencia solo engendra más violencia y es necesario buscar soluciones pacíficas a los problemas que como sociedad enfrentamos. En un país en el que la inseguridad es una triste realidad que afecta a millones de personas, este puede ser un momento para valorar la importancia de la paz.
Solo para efectos de un análisis más amplio en este apartado, de acuerdo con los datos que presentó recientemente InSight Crime, en 2022 Honduras se mantuvo como país más violento de Centroamérica, con una tasa de homicidios de 35.8 por 100,000 habitantes, aunque para el cierre de 2023 las autoridades de Seguridad reportaron una leve baja en estas cifras.
En este punto primario el entorno de incertidumbre social se ve agudizado por las diferencias de tipo político, que se han convertido en terreno fértil para el surgimiento de tensiones y conflictos que a menudo desembocan en violencia. La polarización ideológica y partidista divide a la sociedad creando un clima de desconfianza y confrontación que obstaculiza cualquier intento de diálogo y entendimiento mutuo.
En lugar de buscar soluciones pacíficas y consensuadas, las disputas políticas pueden alimentar la intolerancia y el odio hacia aquellos que piensan diferente, generando un ciclo de violencia que amenaza la estabilidad y el bienestar de los ciudadanos. En este sentido, la enseñanza de Jesús sobre el amor y el perdón adquiere una relevancia aún mayor en un ambiente marcado por la discordia y la división, invitándonos a buscar la reconciliación y la paz incluso en medio de nuestras diferencias.
Una segunda reflexión; la importancia de la solidaridad y la ayuda mutua. Entre los grandes males que aquejan a nuestra sociedad son la pobreza y la falta de oportunidades, la primera limita al 75 % de los hondureños a sobrevivir con muchísimo menos de lo justo y la segunda ha obligado a nuestros jóvenes a buscar nuevos horizontes y opciones a pesar de los riesgos y dificultades que esto representa. Jesús dedicó su vida a ayudar a los más necesitados y a los marginados de la sociedad, por lo que, a través de acciones individuales o colectivas, podemos marcar la diferencia en la vida de las personas más vulnerables, brindándoles apoyo, oportunidades y esperanza.
En sociedades donde la pobreza y la falta de oportunidades son endémicas, la solidaridad se convierte en un pilar crucial para mitigar el sufrimiento y promover la inclusión social, Jesús, a través de su ejemplo de compasión y servicio desinteresado, nos insta a superar nuestras diferencias y unirnos en la búsqueda del bien común.
El valor de la familia y las relaciones humanas es el punto tercero de estas reflexiones. Nunca como hoy fue tan visible a nivel de sociedad la desintegración familiar y la falta de valores en el hogar, Jesús valoró profundamente la importancia del núcleo familiar y nos enseñó a amarnos los unos a los otros como hermanos. Este debe ser un momento oportuno para fortalecer lazos familiares, y a la vez practicar y promover con quienes nos rodean, la comunicación, el respeto el amor, las relaciones humanas, la empatía, y la tolerancia hacia los demás.
Finalmente, un elemento que en lo personal considero le hace mucho daño al país, a la sociedad y a las familias, el desinterés social y la apatía, un problema significativo, una barrera formidable contra el progreso y el bienestar colectivo. En una sociedad donde el individualismo y el aislamiento prevalecen, el tejido social se debilita y la solidaridad se ve amenazada.
El hecho de desentenderse de los problemas que afectan a nuestros semejantes solo perpetúa la injusticia y la desigualdad, impidiendo la construcción de una comunidad verdaderamente inclusiva y comprometida con el bienestar de todos, por tanto, es crucial reconocer que el cambio no puede surgir únicamente desde las altas esferas del poder, sino que requiere la participación activa y la colaboración de cada miembro de la sociedad.
Más temprano que tarde debe llegar el momento para fomentar el entendimiento y a través de diferentes evento, actividades comunitarias o espacios de diálogo, buscar soluciones colectivas a los desafíos que enfrentamos como sociedad, no hay mejor punto de coincidencia que la Fe, para unirnos como comunidad, dejando de lado las diferencias y trabajando juntos por un futuro mejor.
Esta Semana Santa debería tener un significado profundo y relevante en la vida cotidiana y social de las personas, las familias y la sociedad, debe ser el espacio ideal para meditar sobre valores fundamentales como el amor, la solidaridad y la paz de Honduras, esto no depende de un político, depende de todos.