Inicio EL BUEN PERIODISMO Honduras; el “Canto a la bandera” de Augusto C. Coello

Honduras; el “Canto a la bandera” de Augusto C. Coello

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Augusto Constantino Coello, fue un escritor, poeta y político hondureño nacido en Tegucigalpa, capital de Honduras, el 1 de septiembre de 1884.

Además de ocupar altos puestos públicos, en su momento, también se ocupó del periodismo, destacando como Director de publicaciones de reconocidos diarios hondureños y centroamericanos de su época. En 1930 fue presidente del Primer Congreso de Periodistas de Honduras.  

Su labor fue fecunda en el campo de la poesía, ensayo, historia y diplomacia. Es autor de la letra del Himno Nacional de Honduras (1915) y Canto a la bandera (1934).

Aquí compartimos el texto íntegro de “Canto a la bandera”.

Canto a la Bandera por Augusto C. Coello

 Oh! Bandera esplendorosa,
Oh! Bandera Sacrosanta…
Cuando subes lentamente,
Cuando subes majestuosa sobre el asta
y a los besos aromados de la brisa,
te despliegas como un ala
que se tiende bajo el cielo,
temblorosa y agitada,
me imagino que de pronto
en un ímpetu iniciaras
la parábola de un vuelo milagroso
por la comba inmensa y diáfana,
y me finjo que es tu vuelo
como el vuelo azul de un águila
sobre nieves sempiternas
Sobre cumbres milenarias que los siglos,
que los siglos y la nieve hicieron blanca.

Tú has cruzado los caminos de los astros
aclamada por las hurras de las épicas legiones
el estrépito feral de la batalla,
el canglor de la victoria
y los aurcas estridencias de la fama….

Tú has cruzado los caminos de los
astros a los vientos de la guerra desplegada.
por las manos del epónimo caudillo,
que en las gestas legendarias
a galope victorioso por las cumbres
o las fértiles cañadas,
frente al pasmo de los siglos escribiera,
con los rayos de su espada,
la epopeya resonante de la Gloria,
la epopeya de la Gloria y de la Patria.

Te conocen las auroras sonrosadas,
cuando en éxodos errantes
por los riscos y los páramos ondeabas,
cobijando las cabezas de los héroes
que en falanges apretadas y
sonámbulos de sueños imprecisos,
con al planta ensangrentada
iban siempre tras la Tierra Prometida
en la inútil ansiedad de su esperanza.

En los rojos mediodías
a través de las ciudades domeñadas,
por las calles tumultuosas
bajo de arcos y guirnaldas,
al estruendo de las vivas
y el clamor de las campanas,
por las calles tumultuosas
triunfalmente desfilabas…
en los rojos mediodías,
que el incendio de los soles abrillantan
resaltaban los colores, tus estrellas,
del combate entre las rojas llamaradas.

Y te han visto los crepúsculos dolientes,
de la noche frente al ara, tras el
termino sangriento de la lucha despiadada.
con los pliegues desgarrados
desmayada y macilenta sobre el asta,
como garza dormecida que ha
ocultado al cabeza bajo el al.

Y al cuajarse sobre el campo los
crespones de la noche densa y vasta,
te han dorado los reflejos mortecinos
de las trágicas ciudades incendiadas.

Cuántas veces, cuántas veces
de retorno hacia la Patria,
todavía tembloroso y anhelante
pleno el pecho de nostalgia
escrutando el horizonte,
en los ojos puesta el alma,
tras el límite indeciso de la tierra
tras el límite ondulante de las aguas
con las ansias ardorosas de un amante
te buscaba…

Y envocando tus colores
en mi cálido espejismo no atinaba,
presintiéndote a lo lejos, si era el
cielo con el mar, a la distancia
confundidos, o eras tú, Bandera mía,
que en la playa como madre que
amorosa aguardaba al hijo, me esperabas.

Oh! Bandera esplendorosa.
Mi Bandera azul y blanco!
Cuando subes lentamente,
Cuando subes majestuosa sobre el asta,
y a los besos aromados de la brisa te despliegas
como un ala que se tiene bajo el cielo,
temblorosa y agitada.

Cómo ansío en mis anhelos fervorosos
que a los vientos desplegada
en tu vuelo infinito, en tu vuelo
prodigioso te elevaras tras las cúspides
más altas de la Gloria, tras las cumbres
más radiosas de la fama.