Trataré de resumir en este artículo algunos planteamientos relacionados con un tema fundamental de la Teoría de la Comunicación, “la agenda setting”, o teoría del establecimiento de la agenda, (McCombs y Shaw 1972), con el objetivo de reflexionar sobre la capacidad que tienen los medios de comunicación en general y el periodismo en particular, para establecer y proponer los asuntos de discusión e interés ciudadano y en cómo se relacionan entre sí las agendas políticas, mediáticas y públicas.
Inicialmente, debemos decir que la agenda mediática, de la que muchos que se consideran expertos hablan y cuestionan, no funciona en solitario, está directamente relacionada con las otras dos, por un lado con la agenda política, construida en base a temas que generan el debate y la controversia y que regularmente está alineada a propósitos partidistas y propagandísticos y por otro, la agenda pública, definida por un conjunto de problemáticas sociales que deben ser objeto de atención urgente por parte de los tomadores de decisiones.
Evaluemos rápidamente la agenda política, ¿cómo un asunto puede llegar a formar parte de esta? ¿Cuáles son sus principales factores de incidencia y quiénes sus actores? Su enfoque básico es influir a nivel mediático sobre los públicos que son al final los receptores directos de sus mensajes. En su afán de lucha por el poder, los protagonistas de este nivel de agenda, hombres y mujeres con intenciones de adquirir representación popular promueven desde sus esferas de acción discursos triviales y vacíos sobre temas cuya problemática no es necesariamente del beneficio colectivo.
A veces ocurren hechos relevantes que pasan desapercibidos desde este ámbito porque afectan su entorno, el combate a la corrupción es un ejemplo claro en este sentido. La agenda política, en síntesis, produce contenidos en función de estado, ya sea desde las posiciones de dirección o de oposición, los políticos se hablan entre ellos, alcanzan acuerdos, debaten y se cuestionan, seleccionan sus modelos y esquemas de comunicación con el fin de atraer la atención mediática para presentar sus argumentos ante la sociedad a la que dicen representar.
La tercera agenda, la pública, dista por mucho del carácter individualista de la anterior, se enfoca exclusivamente en aspectos que interesan a la gente, sus problemas crónicos, aquellos considerados como prioritarios, carentes de respuestas o cuya atención es mínima.
Aquí se ve reflejado el descontento social ante políticas y determinaciones gubernamentales que agudizan sus crisis. La sociedad está urgida de pluralidad de voces y criterios, reclama que sus asuntos sean visibilizados al grado de obligar a respuestas concretas, es por eso que los ciudadanos recurren a sus medios de comunicación masivos, para dirigir la mirada hacia las cuestiones particulares y que deben estar incluidas en los espacios de discusión y opinión.
En este sentido, las redes sociales han jugado en los últimos años un rol interesante en lo que se considera una nueva dimensión de la exposición de los públicos, ya que, a través de estas, se discuten y analizan contenidos relevantes que a menudo son expuestos por líderes de opinión y dirigentes sociales, gremiales e incluso políticos, sin embargo, aunque estas son una medición, no podemos asegurar que sean cien por ciento representativas de lo público.
Este es el elemento interesante de la Teoría de la Agenda Setting, la interacción que a nivel de propuesta mediática se puede establecer con lo político y público, y la importancia que esta le da a ambas, es esta interrelación la que permite estructurar o construir agendas temáticas, las hay de todos los estilos, enfoques e ideologías y su finalidad es atraer y socializar contenidos, información y mensajes con los públicos de su interés.
Desde esta perspectiva no deben existir los cuestionamientos, y mucho menos las intenciones o exigencias por definir una sola agenda, más bien se permite la apertura, seguramente los diferentes actores políticos, de la línea de pensamiento que sean, buscan y pretenden influir en el establecimiento de una agenda acorde a su visión y propósitos, el periodismo y la nueva dinámica de los medios permiten estas libertades a los públicos, no en vano siguen siendo pilar de la democracia, por supuesto con el respeto para quienes están en su derecho de pensar lo contrario.
@aldoro