Por: Aldo Romero/Periodista y catedrático universitario
¿Qué es lo normal? Pareciera prácticamente imposible definir este concepto en su totalidad, porque según los expertos de la psicología, engloba numerosas características de la conducta humana, el diccionario de la lengua española sin embargo, nos da una ilustración más sencilla y entendible, lo normal implica lo habitual u ordinario, algo que por su naturaleza se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.
Uno de los principales problemas que enfrentamos los seres humanos es la adaptación al cambio, esto trae a menudo rechazo, temor y negación a circunstancias que nos están moviendo a situaciones diferentes a las que consideramos normales porque atentan contra la estabilidad y la tranquilidad en las que deseamos permanecer.
Con la aparición del nuevo Coronavirus Covid-19 extendido en prácticamente todo el planeta no es fácil predecir lo que viene hacia adelante cuando la pandemia pase o su impacto se haya minimizado, lo cierto del caso es que el futuro no será igual que el pasado, que vendrán casi de manera obligada muchos cambios de carácter conductual, grupal y comunitario a los que tendremos que acostumbrarnos.
Muchos aún no visualizan o no se acostumbran a la idea de tener que enfrentarse a un nuevo estilo de vida, a nuevos hábitos, nuevas formas de hacer las cosas, esto es lo que ya se conoce como una “nueva normalidad” que afectará directamente la rutina de las personas en los diferentes ambientes, sociales, culturales, económicos, profesionales, de entretenimiento y otros.
Por ejemplo, ya los expertos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han advertido que el mundo deberá aprender a convivir con el virus, por lo que dentro de esta nueva normalidad, debemos aceptar que el uso de mascarilla, las medidas de higiene y protección personal como el lavado de manos, el uso de gel e incluso el distanciamiento, son más que medidas obligatorias, prácticas necesarias para nuestro beneficio.
Con crisis incluida; Hablando específicamente de entornos sensibles, la nueva normalidad nos llevará a encontrarnos con una economía seriamente dañada con bajos niveles de productividad y altos porcentajes de desempleo, el impacto será mucho más fuerte para quienes viven del día y para sectores como el comercio formal, de servicios y las pequeñas y medianas empresas, muchos tendrán que comenzar de cero y aunque algunos tendrán la capacidad de reinventarse otros no podrán entrar en esta dinámica.
Un informe reciente elaborado por el Observatorio Universitario Económico y de Emprendimiento (OUEE) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), sobre la percepción del impacto socioeconómico de la emergencia del Covid-19, revela que el país los rubros económicos más afectados por la pandemia son en su orden, turismo, comercio (ventas al por mayor y al detalle), agricultura y ganadería, sector manufacturero, servicios varios y educación, sectores en los que se agrupan al menos el 80 por ciento de los hondureños que trabajan.
¿Qué hacer? He aquí la gran interrogante, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha recomendado a los gobiernos tomar medidas de alivio fiscal y monetario que impliquen entre otras, aumentar el gasto social, bajar tasas de interés e intervenir los costos de los servicios públicos entre otros para aliviar un tanto la crisis y los niveles de desigualdad.
Por tanto, un cambio en la política de gobierno es más que necesario, en la nueva normalidad el sacrificio debe comenzar por el estado mismo, esta debe ser una dificultad compartida, con un modelo económico equitativo y de protección social fundamentado en acciones contundentes como las que ya han recomendado reconocidos estudiosos, bajar los impuestos para mejor la economía de los hondureños, reducir el gasto corriente del Estado e incrementar el presupuesto de inversión pública para generar empleo y competitividad, promover el acceso a crédito y tecnología para los sectores productivos y evitar el excesivo endeudamiento interno y externo.